Otras canciones del disco
Veré los gallos esconderse,
las palabras reducirse,
las miradas apagarse.
Todo eso.
Veré una piedra humedecerse,
las cenizas calentarse,
los silencios acusarse.
Todo eso y aún más,
cuando se llegue al tiempo de la vida
y haya un segundo para detenerse,
y nos sentemos con igual frescura
que las piedras de un arroyo viejo;
cuando juzguemos hazaña tras hazaña
sin otro vicio que no sea lo cierto
―ya la guitarra será blanca y negra
llena de humo en el extremo firme.
Y tantos huesos chocarán rugiendo,
desmembrando el alma
para siempre.
Veré los mitos desnudarse
con su banda descompuesta
por un golpe de cabeza.
Todo eso.
Veré los pájaros alzarse
en vuelo raso sobre el polvo,
descargando sus gargantas.
Todo eso y mucho más,
cuando las voces del clamor guardado
sean el ruido natural del mundo,
cuando se junte el pie con la cabeza
pese a la biología persistente,
y cada casa sea un cayo verde
como una torre para todo el mundo,
y en mí repose una cabeza hermosa,
larga y redonda como un buen océano.
Y tantos huesos chocarán rugiendo,
desmembrando el alma
para siempre.
las palabras reducirse,
las miradas apagarse.
Todo eso.
Veré una piedra humedecerse,
las cenizas calentarse,
los silencios acusarse.
Todo eso y aún más,
cuando se llegue al tiempo de la vida
y haya un segundo para detenerse,
y nos sentemos con igual frescura
que las piedras de un arroyo viejo;
cuando juzguemos hazaña tras hazaña
sin otro vicio que no sea lo cierto
―ya la guitarra será blanca y negra
llena de humo en el extremo firme.
Y tantos huesos chocarán rugiendo,
desmembrando el alma
para siempre.
Veré los mitos desnudarse
con su banda descompuesta
por un golpe de cabeza.
Todo eso.
Veré los pájaros alzarse
en vuelo raso sobre el polvo,
descargando sus gargantas.
Todo eso y mucho más,
cuando las voces del clamor guardado
sean el ruido natural del mundo,
cuando se junte el pie con la cabeza
pese a la biología persistente,
y cada casa sea un cayo verde
como una torre para todo el mundo,
y en mí repose una cabeza hermosa,
larga y redonda como un buen océano.
Y tantos huesos chocarán rugiendo,
desmembrando el alma
para siempre.