Me quieren...




I

Me quieren enterrar los asesinos,
las comidas con sal y los espejos.
Ya me han querido sepultar los viejos
y algún que otro brioso nuevo pino.

Me quieren enterrar donde adivino
―siempre quisieron ocultarme lejos.
Objeto de los fúnebres cortejos,
ayer u hoy, parece mi destino.

Ahórrense cumplidos y sudores,
pronósticos de ingenio o decadencia:
llevo mil años con enterradores

y sé de sus señuelos y ocurrencias.
Quien necesite hundirme entre las flores
sólo precisa un poco de paciencia.

II

Me quieren enterrar los homenajes
y ciertas melindrosas señoritas.
¿Por qué será que alguien necesita
ponerme velas, mandarme de viaje?

¿No se dan cuenta de que tal pasaje
le va mejor a la esperanza rota,
al sonido pulsado que se agota,
al arlequín consumidor de herraje?

Tiñosas, lagartijas, esperpentos,
aburridos, batracios y loqueros,
¡aún corre la sangre en mi instrumento!

¡Solavaya, aves de mal agüero!
Mundo feroz, lo digo en juramento:
enterrarme le va a roncar el cuero.