Por: Juan Mari Montes, para el diario Tribuna de Salamanca, España
12 de Octubre del 1996
12 de Octubre del 1996
Pocas cosas suenan sinceras ya en el mundo discográfico. El tintineo de las monedas mete presiones a grupos, cantantes y autores, y todo acaba siendo un simulacro de sentimientos artificiales, sólo aptos para seguir dando de comer a una industria próspera y alienante. No aceptar las reglas de este juego significa quedarse en la cuenta. Cantar para el gato en un cuarto oscuro y olvidado. Naturalmente, aún queda alguna excepción.
El cantautor cubano Silvio Rodríguez es una de ellas. Ahora está de visita por España presentando su nuevo disco, un disco titulado genéricamente Domínguez y que completa la trilogía que iniciaba en 1992 con la presentación de Silvio. Tras este, publicaría en el 94 Rodríguez. Y ahora como decíamos, Domínguez. No es nueva la fórmula del cantautor de ir estructurando su trabajo en distintas trilogías, porque ya lo había hecho anteriormente con tres volúmenes dedicados a la revolución cubana. La idea que ahora finalizaron esta nueva entrega, era la de ir dando salida a una serie de canciones, algunas antiguas pero en general nuevas, y que presenta desnudas de cualquier aditivo o arreglo instrumental que no fuera el procurado por su voz y su guitarra. Contra todo pronóstico, estos trabajos han ido entrando fácilmente en los oídos de un público poco acostumbrado a escuchar estas esquemáticas propuestas musicales. Que un producto ofertado para paladares exquisitos y minoritarios, de pronto se convierta en un superventas que sirve para competir con Laura Paussini o el Volumen Brutal No. 2 de música dance, aun estando vetado en los medios de comunicación masivos, sigue dando motivos para un análisis sociológico y para proponer el suicidio colectivo de los estrategas del mundo discográfico.
Domínguez
El secreto seguramente está, como decíamos en la sinceridad de un autor genial, que decide someterse a un ‘streaptease’ sentimental sin ningún pudor, y dejarnos esa visión de un mundo interior lleno de sueños e imágenes sugerentes encima de la mesa del comedor. Igual que el primer volumen estaba dedicado a algunos de sus amigos o mitos más cercanos (Poe, Mariana, el Che, Teté Vergara, Chico Buarque, o Atahualpa –en los encartes del CD incluso reproducía una carta de Silvio a Atahualpa agradeciéndole su magisterio–), y Rodríguez a su padre (“Dedico ese trabajo a mi padre, Dagoberto Rodríguez, nacido en Vereda Nueva en 1923, pensador, campesino, tallador de diamantes, quien descansó en La Habana en 1994 después de hacerme ver que la vida es bella y en colores” escribía Silvio en la dedicatoria). Domínguez, que es su segundo apellido, está dedicado a su madre, Argelia Domínguez, quien además anecdóticamente acompaña a su hijo en una de las canciones del álbum, la vieja y hermosa El viento eres tú, una de las primeras canciones escritas por Silvio Rodríguez, que a pesar de datar de 1966, es ahora cuando ve la luz por primera vez. Pero no será esta la única colaboración familiar en el disco, ya que en el tema Si seco un llanto colabora la propia hermana del cantante, Anabel. Si seco un llanto es una canción que Silvio escribe tras la recepción de numerosas cartas remitidas por seguidores de sus trabajos, en las que le hablan de lo que han significado en su vida sus canciones.
Otros temas destacados del álbum son los titulados Me quieren o Ala de Colibrí. Me quieren, curiosamente, está basada en dos sonetos llenos de ironía y humor fino dedicados a sus detractores. Para la musicalización ha recurrido al blues. El resultado es una de las canciones más originales de su carrera. Ala de Colibrí vuelve a hablar de sueños, una de las obsesiones del autor a lo largo de toda su obra. Ahora se convierte en un técnico reparador de alas de colibrí, una excusa que le sirve para alinearse por la parte de la cuerda más floja de la sociedad. Ahí se queda en el desfile de tarados, enfermos, gordos sin amor, tullidos, enanos, vampiros y días sin sol. Este tema ha sido elegido como single para promocionar el CD. Reino de todavía es una canción dedicada a Amaury Pérez, otro de los cantautores cubanos pertenecientes a la Nueva Trova y del que en España hemos ido recibiendo con cuentagotas.
La canción es una de las más combativas del álbum, y también la más polémica. Frases como “Balseros, Navidades, absolutismo /bautismos, testamentos, odio y ternuras. / Nadie sabe qué es el comunismo / y eso puede ser pasto de la censura” ayudan a pensarlo así. El disco además incluye un tema (Se demora) rescatado de la obra teatral ‘Tartufo’ y un experimento sonoro realizado en los recién abiertos estudios Ojalá. Se trata del poema Canción del trovador errante, recitado por Silvio especulando sonoridades nuevas con su voz.
El cantautor cubano Silvio Rodríguez es una de ellas. Ahora está de visita por España presentando su nuevo disco, un disco titulado genéricamente Domínguez y que completa la trilogía que iniciaba en 1992 con la presentación de Silvio. Tras este, publicaría en el 94 Rodríguez. Y ahora como decíamos, Domínguez. No es nueva la fórmula del cantautor de ir estructurando su trabajo en distintas trilogías, porque ya lo había hecho anteriormente con tres volúmenes dedicados a la revolución cubana. La idea que ahora finalizaron esta nueva entrega, era la de ir dando salida a una serie de canciones, algunas antiguas pero en general nuevas, y que presenta desnudas de cualquier aditivo o arreglo instrumental que no fuera el procurado por su voz y su guitarra. Contra todo pronóstico, estos trabajos han ido entrando fácilmente en los oídos de un público poco acostumbrado a escuchar estas esquemáticas propuestas musicales. Que un producto ofertado para paladares exquisitos y minoritarios, de pronto se convierta en un superventas que sirve para competir con Laura Paussini o el Volumen Brutal No. 2 de música dance, aun estando vetado en los medios de comunicación masivos, sigue dando motivos para un análisis sociológico y para proponer el suicidio colectivo de los estrategas del mundo discográfico.
Domínguez
El secreto seguramente está, como decíamos en la sinceridad de un autor genial, que decide someterse a un ‘streaptease’ sentimental sin ningún pudor, y dejarnos esa visión de un mundo interior lleno de sueños e imágenes sugerentes encima de la mesa del comedor. Igual que el primer volumen estaba dedicado a algunos de sus amigos o mitos más cercanos (Poe, Mariana, el Che, Teté Vergara, Chico Buarque, o Atahualpa –en los encartes del CD incluso reproducía una carta de Silvio a Atahualpa agradeciéndole su magisterio–), y Rodríguez a su padre (“Dedico ese trabajo a mi padre, Dagoberto Rodríguez, nacido en Vereda Nueva en 1923, pensador, campesino, tallador de diamantes, quien descansó en La Habana en 1994 después de hacerme ver que la vida es bella y en colores” escribía Silvio en la dedicatoria). Domínguez, que es su segundo apellido, está dedicado a su madre, Argelia Domínguez, quien además anecdóticamente acompaña a su hijo en una de las canciones del álbum, la vieja y hermosa El viento eres tú, una de las primeras canciones escritas por Silvio Rodríguez, que a pesar de datar de 1966, es ahora cuando ve la luz por primera vez. Pero no será esta la única colaboración familiar en el disco, ya que en el tema Si seco un llanto colabora la propia hermana del cantante, Anabel. Si seco un llanto es una canción que Silvio escribe tras la recepción de numerosas cartas remitidas por seguidores de sus trabajos, en las que le hablan de lo que han significado en su vida sus canciones.
Otros temas destacados del álbum son los titulados Me quieren o Ala de Colibrí. Me quieren, curiosamente, está basada en dos sonetos llenos de ironía y humor fino dedicados a sus detractores. Para la musicalización ha recurrido al blues. El resultado es una de las canciones más originales de su carrera. Ala de Colibrí vuelve a hablar de sueños, una de las obsesiones del autor a lo largo de toda su obra. Ahora se convierte en un técnico reparador de alas de colibrí, una excusa que le sirve para alinearse por la parte de la cuerda más floja de la sociedad. Ahí se queda en el desfile de tarados, enfermos, gordos sin amor, tullidos, enanos, vampiros y días sin sol. Este tema ha sido elegido como single para promocionar el CD. Reino de todavía es una canción dedicada a Amaury Pérez, otro de los cantautores cubanos pertenecientes a la Nueva Trova y del que en España hemos ido recibiendo con cuentagotas.
La canción es una de las más combativas del álbum, y también la más polémica. Frases como “Balseros, Navidades, absolutismo /bautismos, testamentos, odio y ternuras. / Nadie sabe qué es el comunismo / y eso puede ser pasto de la censura” ayudan a pensarlo así. El disco además incluye un tema (Se demora) rescatado de la obra teatral ‘Tartufo’ y un experimento sonoro realizado en los recién abiertos estudios Ojalá. Se trata del poema Canción del trovador errante, recitado por Silvio especulando sonoridades nuevas con su voz.