Prólogo del libro "Silvio Rodríguez. Unicornio y otras canciones"


Por: Mario Benedetti, para el prólogo del libro Silvio Rodríguez. Unicornio y otras canciones, con selección y notas del propio Benedetti.
de del 1994


Cofundador, con Pablo Milanés, Noel Nicola, Vicente Feliú, Eduardo Ramos, Sergio Vitier (y aunque nadie sabe quién la bautizó así) de la Nueva Trova, Silvio Rodríguez ha aportado su indudable prestigio a un movimiento que revitalizó la canción cubana y la catapultó al plano internacional. No obstante, aun dentro de un núcleo tan fermental, con el que siempre se sintió identificado, Silvio es de un talante inconfundible.

Curiosamente, su voz no es cálida ni grave ni particularmente seductora, sino más bien aguda, de un timbre casi metálico y sin embargo frágil. Al escucharlo, uno llega a temer que en cualquier momento se le quiebre, y ese riesgo (que en su caso no es deliberadamente buscado sino que más bien lo asume como algo irremediable) también forma parte de su extraño atractivo.

Con características que en cualquier otro cantante serían anticarismáticas, Silvio funda precisamente su carisma. Quizás el secreto resida en que siempre transmite una gran sinceridad, una honestidad a toda prueba, un no aparentar lo que no es, y esa actitud, a la que el público accede sin intermediarios, significa una bocanada de aire fresco en un ámbito, como el del espectáculo, por lo común tan especulativo como artificial.

Salvo en casos excepcionales, Silvio es autor de la letra y la música de sus canciones. Como en los ejemplos de Pablo Milanés, Chico Buarque, Viglietti, Serrat, Aute y no muchos más, esa doble autoría otorga a sus producciones una unidad esencial. Sean o no el resultado de un desarrollo paralelo, letras y música aparecen como gemelas (jimaguas, dirían en Cuba), copartícipes en el acto de parición.

Fundamentalmente las letras de Silvio, sobre todo las que crea a partir de una duramente adquirida madurez, tienen un nivel textual tan afortunado que conservan su validez poética aun sin el soporte básico de la música. Alguna vez he sostenido, y su trayectoria posterior corrobora mi diagnóstico marginal y profano, que Silvio es un poeta que canta, y más aún: es uno de los poetas más talentosos de su generación.