5 de Mayo del 2016
Por: Luis Meyer
Fuente: El País
Fotos: Daniel Mordzinski
Por: Luis Meyer
Fuente: El País
Fotos: Daniel Mordzinski
Alguna bandera cubana asomaba entre las cabezas de la gente en Vallecas. También ondeaban un par de efigies del Che Guevara. Pero poco después de las 20.30, al escenario salió Ismael Serrano y lo recibieron unas cuantas miles de personas enfebrecidas. Empezó con Vine del norte, una canción que relata una noche de bares con una chica. Ella le dice: "Déjate de historias, súbete ahí y cántame una de Silvio". Así, con esa frase y un auditorio a punto de reventar de entusiasmo colectivo, empezó una noche inolvidable, y gratis, en Vallecas.
Aunque lo pareciera, esto no era un concierto benéfico. Al menos si excluimos al cantautor vallecano, el principal beneficiado en lo personal, como insiste en recordar. “Estoy emocionado de ver a la gente de mi barrio tan ilusionada”, decía después de una prueba de sonido. Cumplir ese sueño de ilusionar a su barrio no ha sido fácil: los artistas, Silvio Rodríguez teloneado por Luis Eduardo Aute, Luis Pastor y el propio Serrano, impulsor del evento, no solo tocaron desinteresadamente, sino que incluso han ayudado económicamente al montaje. También han contado con el apoyo del Ayuntamiento, la Junta de distrito de Vallecas y la SGAE.
La idea le vino a Serrano hace dos años, durante una gira por Cuba. Tocó en La Habana y Silvio Rodríguez le invitó a su casa. Le contó que estaba preocupado por la situación de crisis en España y que le gustaría repetir aquí los conciertos que da allí con frecuencia en las calles, sin cobrar; para el pueblo. Ayer lo hizo, por fin.
Silvio Rodríguez, a sus casi 70 años, es un músico sublime que toca y canta con el mismo prurito en un concierto como el del pasado miércoles en el Barclaycard Center de Madrid—ante 10.000 personas, con las entradas vendidas a precio de la leche de ese unicornio azul que se le perdió en una de sus canciones— que en un recital como el de ayer, poniendo dinero de su bolsillo. Los miles de asistentes, que desbordaban el auditorio y las calles colindantes poco antes del concierto, eran incluso más suertudos: “Es para que disfrute la gente, así que va a tocar sus temas más conocidos durante una hora y media”, advertía Serrano.
Otra de las virtudes del artista cubano es concitar a un público extremadamente heterogéneo. Desde menores de edad hasta octogenarios, en los alrededores del auditorio vallecano convivían ayer las rastas con las canas y la gomina. Magdalena Álvarez, una señora elegante de 72 años, había cogido el metro desde el barrio Salamanca. Casi una hora de trayecto. “Silvio es una debilidad para mí. Estaba loca por él. He venido para volver a vibrar”, contaba. Su nieta adolescente, a su lado, no ocultaba su emoción: “Ojalá es la canción de mi vida. Y creo que va a cantar con Luis Pastor, que enseñó a tocar la guitarra a mis padres”.
Antes del concierto, Ismael Serrano se calló de pronto. Giró la cabeza hacia un lado mientras se le vidriaban los ojos. Hipó un poco, se recompuso, volvió a dirigir la mirada al periodista y balbuceó: “Lo siento tío, me he emocionado”. No es habitual ver a un tipo grandote como él achicarse así y reconocerlo con este desparpajo. “Traer a Silvio a mi barrio, a tocar sin cobrar frente a mi gente, es un sueño cumplido”.
Aunque lo pareciera, esto no era un concierto benéfico. Al menos si excluimos al cantautor vallecano, el principal beneficiado en lo personal, como insiste en recordar. “Estoy emocionado de ver a la gente de mi barrio tan ilusionada”, decía después de una prueba de sonido. Cumplir ese sueño de ilusionar a su barrio no ha sido fácil: los artistas, Silvio Rodríguez teloneado por Luis Eduardo Aute, Luis Pastor y el propio Serrano, impulsor del evento, no solo tocaron desinteresadamente, sino que incluso han ayudado económicamente al montaje. También han contado con el apoyo del Ayuntamiento, la Junta de distrito de Vallecas y la SGAE.
La idea le vino a Serrano hace dos años, durante una gira por Cuba. Tocó en La Habana y Silvio Rodríguez le invitó a su casa. Le contó que estaba preocupado por la situación de crisis en España y que le gustaría repetir aquí los conciertos que da allí con frecuencia en las calles, sin cobrar; para el pueblo. Ayer lo hizo, por fin.
Silvio Rodríguez, a sus casi 70 años, es un músico sublime que toca y canta con el mismo prurito en un concierto como el del pasado miércoles en el Barclaycard Center de Madrid—ante 10.000 personas, con las entradas vendidas a precio de la leche de ese unicornio azul que se le perdió en una de sus canciones— que en un recital como el de ayer, poniendo dinero de su bolsillo. Los miles de asistentes, que desbordaban el auditorio y las calles colindantes poco antes del concierto, eran incluso más suertudos: “Es para que disfrute la gente, así que va a tocar sus temas más conocidos durante una hora y media”, advertía Serrano.
Otra de las virtudes del artista cubano es concitar a un público extremadamente heterogéneo. Desde menores de edad hasta octogenarios, en los alrededores del auditorio vallecano convivían ayer las rastas con las canas y la gomina. Magdalena Álvarez, una señora elegante de 72 años, había cogido el metro desde el barrio Salamanca. Casi una hora de trayecto. “Silvio es una debilidad para mí. Estaba loca por él. He venido para volver a vibrar”, contaba. Su nieta adolescente, a su lado, no ocultaba su emoción: “Ojalá es la canción de mi vida. Y creo que va a cantar con Luis Pastor, que enseñó a tocar la guitarra a mis padres”.
Antes del concierto, Ismael Serrano se calló de pronto. Giró la cabeza hacia un lado mientras se le vidriaban los ojos. Hipó un poco, se recompuso, volvió a dirigir la mirada al periodista y balbuceó: “Lo siento tío, me he emocionado”. No es habitual ver a un tipo grandote como él achicarse así y reconocerlo con este desparpajo. “Traer a Silvio a mi barrio, a tocar sin cobrar frente a mi gente, es un sueño cumplido”.