3 de Febrero del 2014
Por: Rosa Rodríguez Cubela (vecina de Punta Brava)
Fuente: El Taburete
Fotos: El Taburete
Por: Rosa Rodríguez Cubela (vecina de Punta Brava)
Fuente: El Taburete
Fotos: El Taburete
Difícil es hablar del concierto que ofreció hoy en la tarde-noche en Punta Brava Silvio Rodríguez en su “gira interminable” -como se ha dado en llamar- cuando estuvo permeada de una hermosa poética en todos los sentidos.
Los invitados de lujo, Corina Mestre y Augusto Blanca, fueron bien recibidos. Por casi una hora cantaron y dialogaron con el público y, aunque muchos nos quedamos esperando El tercer deseo, se despidieron entre adioses y aplausos para dar paso a… sencillamente Silvio.
La mejor presentación fue la música: comenzaron los acordes de su guitarra, acompañados de esos músicos que tocaron como si estuvieran en la mejor sala de concierto, y como si su público fuera el más selecto del mundo.
Los puntabravenses se mostraron respetuosos, escucharon las canciones que no conocían, aplaudieron con amor y cantaron como se canta en los conciertos de Silvio, junto a él.
El público como siempre gritaba: Ojalá, La era, El mayor… y no faltaron, como no faltó, La maza, Te doy una canción, Quién fuera , Óleo de mujer con sombrero… imposible recordarlas todas cuando aún no nos hemos desintoxicado de la emoción.
En los finales o justo cuando cantaba Ojalá, Silvio sonríe y le dice a alguien del público que lo va invitar a cantar con él, sube junto a Silvio un señor que habla por el micrófono, con mucho valor y sentimiento dice algo como: “Hay palabras que duele decirlas, pero cuando este señor cantó en el Combinado, al otro día yo salí en libertad”. Esto colmó la expectativa, se aplaudió a ambos, todos se conmovieron con la confesión de un hombre sencillo y la sorpresa del trovador. Luego los vimos conversando.
A los niños les fue dedicado el último tema El reparador de sueños, y a los que pedíamos otra nos regaló un estreno.
Por supuesto que debía terminar en algún momento el concierto, aunque no quisiéramos, porque debió ser interminable, pero su despedida fue como nunca: “¡sonrían!” -pidió al público- disparó con su cámara y luego dijo: “quedaron bonitos”.
Los comentarios de los satisfechos y agradecidos giraban en torna a: “Al fin pasa algo bueno en Punta Brava, se dignaron a traer a Silvio”, pero a Silvio no lo traen, viene por sí solo, y sabemos que faltan muchos barrios por donde él quiere pasar, ojalá que se le olvide que ya pasó por aquí y vuelva otra vez a regalarnos con sus músicos otro concierto, porque Silvio es de todos y para todos, ¡hasta de otra galaxia!
Los invitados de lujo, Corina Mestre y Augusto Blanca, fueron bien recibidos. Por casi una hora cantaron y dialogaron con el público y, aunque muchos nos quedamos esperando El tercer deseo, se despidieron entre adioses y aplausos para dar paso a… sencillamente Silvio.
La mejor presentación fue la música: comenzaron los acordes de su guitarra, acompañados de esos músicos que tocaron como si estuvieran en la mejor sala de concierto, y como si su público fuera el más selecto del mundo.
Los puntabravenses se mostraron respetuosos, escucharon las canciones que no conocían, aplaudieron con amor y cantaron como se canta en los conciertos de Silvio, junto a él.
El público como siempre gritaba: Ojalá, La era, El mayor… y no faltaron, como no faltó, La maza, Te doy una canción, Quién fuera , Óleo de mujer con sombrero… imposible recordarlas todas cuando aún no nos hemos desintoxicado de la emoción.
En los finales o justo cuando cantaba Ojalá, Silvio sonríe y le dice a alguien del público que lo va invitar a cantar con él, sube junto a Silvio un señor que habla por el micrófono, con mucho valor y sentimiento dice algo como: “Hay palabras que duele decirlas, pero cuando este señor cantó en el Combinado, al otro día yo salí en libertad”. Esto colmó la expectativa, se aplaudió a ambos, todos se conmovieron con la confesión de un hombre sencillo y la sorpresa del trovador. Luego los vimos conversando.
A los niños les fue dedicado el último tema El reparador de sueños, y a los que pedíamos otra nos regaló un estreno.
Por supuesto que debía terminar en algún momento el concierto, aunque no quisiéramos, porque debió ser interminable, pero su despedida fue como nunca: “¡sonrían!” -pidió al público- disparó con su cámara y luego dijo: “quedaron bonitos”.
Los comentarios de los satisfechos y agradecidos giraban en torna a: “Al fin pasa algo bueno en Punta Brava, se dignaron a traer a Silvio”, pero a Silvio no lo traen, viene por sí solo, y sabemos que faltan muchos barrios por donde él quiere pasar, ojalá que se le olvide que ya pasó por aquí y vuelva otra vez a regalarnos con sus músicos otro concierto, porque Silvio es de todos y para todos, ¡hasta de otra galaxia!