16 de Abril del 2013
Fuente: El Deber
Fotos: Jorge Gutiérrez
Fuente: El Deber
Fotos: Jorge Gutiérrez
Mientras cantaba aparecieron ángeles, unicornios, fusiles, serpientes y una constelación de historias hechas de miel y de sal. Con su sombrero de ala corta y su guitarra de sonido latinoamericano, Silvio Rodríguez inició su recital a las 21:10, con el tema Segunda cita. “(Estoy) Muy contento de estar aquí después de tanto tiempo, de veras lo hacemos con mucho cariño”, dijo antes de entonar Días y flores.
Antes, a las 20:40, el dúo boliviano Negro y Blanco comenzó el espectáculo, después de una presentación en tarima hecha por Pablo Groux, ministro de Culturas, con Píntame Bolivia, Mil hermanos, Vamos todavía, Cueca Bolivia, entre otras canciones, que sirvieron como preámbulo de la velada.
La luna menguante cubrió a las cerca de 15.000 personas en el estadio Tahuichi, que esperaron al cubano desde las 17:00.
Después de una obertura de sus músicos, el cantautor entró a escena en medio de una ovación, en la que flamearon algunas banderas de Venezuela, Cuba, Bolivia y una wiphala, además de trapos con la imagen del Che Guevara y la hoz y el martillo (símbolo de la ex-Unión Soviética).
El cantautor entregó poemas y anécdotas, como la que precedió a San Petersburgo. Un tema que nació después de un encuentro entre Gabriel García Márquez y el trovador en un vuelo de Cuba a México. “Él me contó algunas historias que se le ocurrían como canciones”, explicó el artista.
Carta a Violeta Parra, El Mayor, Canción del elegido, En el claro de la luna, Virgen de occidente, Quien fuera y Mujeres se escucharon con un sonido impecable, a tono con la maestría del Trío Trovarroco, y de la flautista Niurka González, esposa del cantautor.
En el primer intermedio, cuando Silvio bajó del escenario, sus músicos ejecutaron Chan Chan, de Compay Segundo, una pieza emblemática del folclore cubano. Rodríguez volvió con De la ausencia y de ti, El Escaramujo y una seguidilla de sus temas más populares, como Te doy una canción, Unicornio y La gota de rocío, que tocó solo acompañado de su guitarra.
“Esta canción se la voy a dedicar al presidente”, dijo señalando a Evo, antes de despachar El necio, provocando aplausos y rechiflas de distintos sectores. En el epílogo, y con el público entregado a sus pies, interpretó a modo de bises Sueño con serpientes, Ojalá y Pequeña serenata diurna. Silvio agradeció a los presentes con una reverencia y un espectáculo de fuegos artificiales iluminó la noche por ocho minutos. Dos horas y media, el rencuentro, después de 30 años, estaba consumado.
Antes, a las 20:40, el dúo boliviano Negro y Blanco comenzó el espectáculo, después de una presentación en tarima hecha por Pablo Groux, ministro de Culturas, con Píntame Bolivia, Mil hermanos, Vamos todavía, Cueca Bolivia, entre otras canciones, que sirvieron como preámbulo de la velada.
La luna menguante cubrió a las cerca de 15.000 personas en el estadio Tahuichi, que esperaron al cubano desde las 17:00.
Después de una obertura de sus músicos, el cantautor entró a escena en medio de una ovación, en la que flamearon algunas banderas de Venezuela, Cuba, Bolivia y una wiphala, además de trapos con la imagen del Che Guevara y la hoz y el martillo (símbolo de la ex-Unión Soviética).
El cantautor entregó poemas y anécdotas, como la que precedió a San Petersburgo. Un tema que nació después de un encuentro entre Gabriel García Márquez y el trovador en un vuelo de Cuba a México. “Él me contó algunas historias que se le ocurrían como canciones”, explicó el artista.
Carta a Violeta Parra, El Mayor, Canción del elegido, En el claro de la luna, Virgen de occidente, Quien fuera y Mujeres se escucharon con un sonido impecable, a tono con la maestría del Trío Trovarroco, y de la flautista Niurka González, esposa del cantautor.
En el primer intermedio, cuando Silvio bajó del escenario, sus músicos ejecutaron Chan Chan, de Compay Segundo, una pieza emblemática del folclore cubano. Rodríguez volvió con De la ausencia y de ti, El Escaramujo y una seguidilla de sus temas más populares, como Te doy una canción, Unicornio y La gota de rocío, que tocó solo acompañado de su guitarra.
“Esta canción se la voy a dedicar al presidente”, dijo señalando a Evo, antes de despachar El necio, provocando aplausos y rechiflas de distintos sectores. En el epílogo, y con el público entregado a sus pies, interpretó a modo de bises Sueño con serpientes, Ojalá y Pequeña serenata diurna. Silvio agradeció a los presentes con una reverencia y un espectáculo de fuegos artificiales iluminó la noche por ocho minutos. Dos horas y media, el rencuentro, después de 30 años, estaba consumado.