29 de Octubre del 2018
Por: Santiago Mayor
Fuente: Notas. Periodismo popular
Fotos: Agencia El Vigía
Por: Santiago Mayor
Fuente: Notas. Periodismo popular
Fotos: Agencia El Vigía
Silvio Rodríguez cerró su gira por Argentina que lo llevó a Córdoba, Rosario y Buenos Aires. Con un recital gratuito en Avellaneda hizo emocionar a decenas de miles de personas que además de sus canciones, entonaron consignas contra el Gobierno, contra el bloqueo a Cuba y por el aborto legal.
En las inmediaciones de la avenida Belgrano y Plaza Ucrania, donde estaba montado el escenario, se veía a cientos de personas buscando lugar para estacionar y caminando en procesión. Alguien paraba en una despensa y compraba un paquete de fideos o una lata de arvejas. La “entrada” simbólica al recital era un alimento no perecedero.
“Con el partido de Racing a la mañana y el recital ahora no paramos ni un segundo”, contó una de las empleadas del negocio. “Bueno, qué bueno”, respondió un cliente; “Si, por lo menos”, se cerró el breve diálogo porque atrás venía más gente a comprar.
Al encarar por Belgrano aparecían los primeros negocios de hamburguesas, bebidas, empanadas, pines, remeras, banderas. Incluso un grupo de militantes vendía su periódico “para defender a Cristina”.
A un costado había un local con una pequeña valla y del lado de adentro una decena de personas recibía los alimentos y los iba intentando acomodar.
Ya a una cuadra del escenario un tanque de agua hacía de platea para un grupo que con mucha lucidez se subió y tenía una vista privilegiada. Sin embargo cuando intentamos acercarnos ya había un grupo de personas de seguridad que impedía que se superpoblara el lugar por miedo a que alguien se caiga.
De fondo se escuchaba a la venezolana Cecilia Todd que fue la última artista que teloneo a Silvio.
Libre de la sombra, pero no del sol
Más allá de la alegría por lo que se estaba viviendo en Avellaneda, en el ambiente había una sensación de resistencia ante un momento muy difícil para el país y para América Latina. La elección en Brasil -donde se daba prácticamente por descontado el triunfo del ultraderechista Jair Bolsonaro- era parte de las charlas entre el público.
Cuando me llegaron los primeros datos se los leí a mis amigos y amigas. Una señora se dio vuelta y preguntó “¿ya está? pero se había achicado la distancia”, “si, pero no alcanzó”.
Por suerte Silvio apareció en el escenario y arrancó como lo hizo durante toda su gira con “Yo te quiero libre”.
“La libertad tiene alma clara; Y solo canta cuando va batiendo alas; Vuela y canta, libertad; La libertad nació sin dueño; Y yo quién soy para robarle cada sueño”.
Al igual que en los recitales anteriores continuó con varios temas de sus últimos años como “Judith” y “Tu soledad me abriga la garganta”. Si bien había quienes sabían las letras, la expectativa estaba puesta en los clásicos y así lo hizo notar la gente.
“Si no creyera en la locura, de la garganta del sinsonte”, comenzó el trovador y miles de almas acompañaron al unísono. “Si no creyera, en los que luchan… Qué cosa fuera, qué cosa fuera la Maza sin cantera”.
Al finalizar esa canción Silvio debió esperar al menos 10 minutos a que terminaran otras: “Mauricio Macri la yuta que te parió”, “Vamos a volver, a volver, a volver, vamos a volver”, “El que no salta, es militar…”.
Fue el preludio de una tanda que, cuando la noche ya había caído, abrigó y dio calor a la multitud que se cantó todo. “Quien fuera”, “Oleo de una mujer con sombrero”, “El necio”, “Ojalá”, “Pequeña serenata diurna”.
Sin embargo hubo un momento muy particular, todo un signo de época, cuando se escuchó “Eva”. Miles y miles de pañuelos verdes por el aborto legal fueron levantados generando una postal impactante que recordó a aquellas jornadas de debate en el Congreso. “Eva sale y remonta vuelo; Eva deja de ser costilla”.
Nada fue casual. Cuando abrió su recital en Rosario, Silvio se encargó de aclarar que había pensado un repertorio centrado en el rol de la mujer. Siempre atento a la realidad social y política, a sus 71 años, el músico cubano se encontró con el público argentino y con esa marea feminista que desde hace años conmueve y transforma todo.
Con sus melodías dulces y sus letras profundas, cargadas de revolución y amor, Silvio aportó una cuota de esperanza en esta noche neoliberal. Una multitud necia, de esa que no se resigna a tanta mierda, se lo agradeció.
En las inmediaciones de la avenida Belgrano y Plaza Ucrania, donde estaba montado el escenario, se veía a cientos de personas buscando lugar para estacionar y caminando en procesión. Alguien paraba en una despensa y compraba un paquete de fideos o una lata de arvejas. La “entrada” simbólica al recital era un alimento no perecedero.
“Con el partido de Racing a la mañana y el recital ahora no paramos ni un segundo”, contó una de las empleadas del negocio. “Bueno, qué bueno”, respondió un cliente; “Si, por lo menos”, se cerró el breve diálogo porque atrás venía más gente a comprar.
Al encarar por Belgrano aparecían los primeros negocios de hamburguesas, bebidas, empanadas, pines, remeras, banderas. Incluso un grupo de militantes vendía su periódico “para defender a Cristina”.
A un costado había un local con una pequeña valla y del lado de adentro una decena de personas recibía los alimentos y los iba intentando acomodar.
Ya a una cuadra del escenario un tanque de agua hacía de platea para un grupo que con mucha lucidez se subió y tenía una vista privilegiada. Sin embargo cuando intentamos acercarnos ya había un grupo de personas de seguridad que impedía que se superpoblara el lugar por miedo a que alguien se caiga.
De fondo se escuchaba a la venezolana Cecilia Todd que fue la última artista que teloneo a Silvio.
Libre de la sombra, pero no del sol
Más allá de la alegría por lo que se estaba viviendo en Avellaneda, en el ambiente había una sensación de resistencia ante un momento muy difícil para el país y para América Latina. La elección en Brasil -donde se daba prácticamente por descontado el triunfo del ultraderechista Jair Bolsonaro- era parte de las charlas entre el público.
Cuando me llegaron los primeros datos se los leí a mis amigos y amigas. Una señora se dio vuelta y preguntó “¿ya está? pero se había achicado la distancia”, “si, pero no alcanzó”.
Por suerte Silvio apareció en el escenario y arrancó como lo hizo durante toda su gira con “Yo te quiero libre”.
“La libertad tiene alma clara; Y solo canta cuando va batiendo alas; Vuela y canta, libertad; La libertad nació sin dueño; Y yo quién soy para robarle cada sueño”.
Al igual que en los recitales anteriores continuó con varios temas de sus últimos años como “Judith” y “Tu soledad me abriga la garganta”. Si bien había quienes sabían las letras, la expectativa estaba puesta en los clásicos y así lo hizo notar la gente.
“Si no creyera en la locura, de la garganta del sinsonte”, comenzó el trovador y miles de almas acompañaron al unísono. “Si no creyera, en los que luchan… Qué cosa fuera, qué cosa fuera la Maza sin cantera”.
Al finalizar esa canción Silvio debió esperar al menos 10 minutos a que terminaran otras: “Mauricio Macri la yuta que te parió”, “Vamos a volver, a volver, a volver, vamos a volver”, “El que no salta, es militar…”.
Fue el preludio de una tanda que, cuando la noche ya había caído, abrigó y dio calor a la multitud que se cantó todo. “Quien fuera”, “Oleo de una mujer con sombrero”, “El necio”, “Ojalá”, “Pequeña serenata diurna”.
Sin embargo hubo un momento muy particular, todo un signo de época, cuando se escuchó “Eva”. Miles y miles de pañuelos verdes por el aborto legal fueron levantados generando una postal impactante que recordó a aquellas jornadas de debate en el Congreso. “Eva sale y remonta vuelo; Eva deja de ser costilla”.
Nada fue casual. Cuando abrió su recital en Rosario, Silvio se encargó de aclarar que había pensado un repertorio centrado en el rol de la mujer. Siempre atento a la realidad social y política, a sus 71 años, el músico cubano se encontró con el público argentino y con esa marea feminista que desde hace años conmueve y transforma todo.
Con sus melodías dulces y sus letras profundas, cargadas de revolución y amor, Silvio aportó una cuota de esperanza en esta noche neoliberal. Una multitud necia, de esa que no se resigna a tanta mierda, se lo agradeció.