14 de Marzo del 2012
Por: P.B.A.
Fotos: Kaloian Santos
Por: P.B.A.
Fotos: Kaloian Santos
Por la Calzada más bien enorme de Jesús del Monte/ donde la demasiada luz forma otras paredes con el polvo… llegó Silvio, junto a Niurka, Oliver y Trovarroco, como ya es habitual.
Realmente había allí otras luces: las “montadas para escena”, pero más que para escena parecían esa luz incidental que acompaña una conversación en la sala de la casa.
Quién sabe desde cuándo estarían reservados aquellos tres balcones envidiables, repletos de niños, jóvenes enamorados, padres, abuelos.
El dúo Karma —invitado especialmente— llegó como una pareja de magos que descubre la música en los más extraños instrumentos.
Debió ser la demasiada luz de Jesús del Monte lo que llevó a Silvio a variar el repertorio previsto en más de una ocasión. Por un momento parecía que iba a cantar cualquier canción que le pidieran; y así muchos se animaron a gritar desde Ojalá y El necio hasta Canción de la nueva escuela, sí, esa la pidió una señora desde un balcón, dijo que tal vez la cantaba porque esa es de las viejas, y él estaba cantando canciones viejas.
Finalmente, el público se decidió y reclamó a coro La gota de rocío. Silvio la cantó, la cantamos todos. Y nos dio una canción y otra hasta llegar a Ojalá, con los aplausos y emociones que siempre trae consigo. Y cuando con ella Silvio iba a dar por terminado el concierto, el público lo retuvo, y aún hubo tiempo para compartir Pequeña serenata diurna y ver volar papalotes y unicornios, como un soplo que nombra el espacio dichoso de la fiesta.
*Las líneas en cursiva son citas de “El primer discurso” de Eliseo Diego, del poemario En la Calzada de Jesús del Monte.
Realmente había allí otras luces: las “montadas para escena”, pero más que para escena parecían esa luz incidental que acompaña una conversación en la sala de la casa.
Quién sabe desde cuándo estarían reservados aquellos tres balcones envidiables, repletos de niños, jóvenes enamorados, padres, abuelos.
El dúo Karma —invitado especialmente— llegó como una pareja de magos que descubre la música en los más extraños instrumentos.
Debió ser la demasiada luz de Jesús del Monte lo que llevó a Silvio a variar el repertorio previsto en más de una ocasión. Por un momento parecía que iba a cantar cualquier canción que le pidieran; y así muchos se animaron a gritar desde Ojalá y El necio hasta Canción de la nueva escuela, sí, esa la pidió una señora desde un balcón, dijo que tal vez la cantaba porque esa es de las viejas, y él estaba cantando canciones viejas.
Finalmente, el público se decidió y reclamó a coro La gota de rocío. Silvio la cantó, la cantamos todos. Y nos dio una canción y otra hasta llegar a Ojalá, con los aplausos y emociones que siempre trae consigo. Y cuando con ella Silvio iba a dar por terminado el concierto, el público lo retuvo, y aún hubo tiempo para compartir Pequeña serenata diurna y ver volar papalotes y unicornios, como un soplo que nombra el espacio dichoso de la fiesta.
*Las líneas en cursiva son citas de “El primer discurso” de Eliseo Diego, del poemario En la Calzada de Jesús del Monte.