Entrevistó: Claudio Vergara, para el diario La Tercera, Chile
de Julio del 2016
Versión íntegra de la entrevista concedida por Silvio.
Su nuevo disco, Amoríos, acaba de ser editado por el sello multinacional Sony. ¿Qué opinión tiene de estas grandes compañías discográficas, y de cómo ven y administran la música en la actualidad?
Si se fija mejor, verá que quien edita Amoríos es Ojalá, o sea, nuestra propia editora. Hemos firmado con Sony un contrato para la distribución física de Amoríos. Se trata de un plan piloto que pudiera ampliarse en el futuro, si fuera conveniente. No tenemos mucha práctica en convenios con grandes compañías, pero creo que este acuerdo con Sony ha sido respetuoso y correcto.
En el pasado reciente, sus álbumes fueron distribuidos por otra empresa multinacional, Warner Music. ¿Cree que los sellos de esta envergadura han cumplido un rol fundamental en la expansión de música? ¿O sólo le asigna un valor más marginal, pensando en que su cancionero se ha difundido mucho más en el boca a boca o a través de otros canales menos tradicionales?
No recuerdo que hayamos firmado con Warner Music, excepto muy puntualmente para una compilación que me hizo David Byrne a principios de los 90. Él necesitaba esa alianza para universalizar la antología, dadas las limitaciones de su disquera Luaka Bop. Por otra parte, es obvio que los grandes sellos han jugado un papel preponderante en la difusión de la música, por su poderío. No ha sido mi caso, ya que la difusión de mi música, como Ud. bien señala, ha ido por canales nada convencionales. Ojalá, en sus 20 años de vida, nunca ha hecho grandes producciones: somos casi artesanales y muy limitados en cantidades y territorios.
¿Sigue creyendo en las vías más formales de la difusión artística? Vale decir, en editar un álbum en formato físico y digital, dar entrevistas, salir de gira, etc. Se lo pregunto porque los métodos han cambiado muchísimo desde los días en que usted empezó a editar discos. Por ejemplo, hoy existen artistas que lanzan sus álbumes de manera gratuita, otros que dejaron de editar discos completos (sólo confían en la inmediatez de los singles) y otros que estrena títulos sin previo aviso, sin campañas promocionales, colgando su trabajo en la web de un día para otro, casi de sorpresa, como ha sucedido con David Bowie, U2 o Radiohead.
He ido creyendo en lo que la vida me ha demostrado, aunque nunca me he sometido a ciertas supuestas leyes. Por el aislamiento al que Cuba se ha visto sometida, a veces hemos tenido que andar lento. Por ejemplo: Ojalá pudo sumarse a la distribución digital años después de estarse vendiendo nuestros discos por esa vía. Todavía no sabemos quiénes los vendían, aunque tenemos idea, por ciertos brotes posteriores a nuestra llegada al mundo digital. En cualquier caso nunca hemos vendido muchos discos. En “épocas de oro”, en el país tope de ventas nos reportaban algunas decenas de miles anuales. Sin embargo he notado que la música que hacemos ha seguido despertando interés, como si hubiera una suerte de “relevo de generaciones”. Eso quiere decir que, al menos en algunos casos, el márquetin no lo es todo.
A propósito de David Bowie, su muerte en enero pasado fue una de las partidas artísticas más impactantes de los últimos años. ¿Tuvo alguna relación con su música y con su figura, le sorprendió también esta noticia?
Sé que Bowie fue un músico importante, pero lamentablemente no conozco mucho su obra. Espero ir reparando esa deficiencia.
Tras una trayectoria tan consolidada y después de décadas en el trabajo artístico y musical, ¿qué lo motiva a seguir presentando nuevas canciones, nuevos discos? ¿Existe la misma motivación que tenía hace 30 o 40 años, el mismo grado de ansiedad o expectativa?
No me parece que tenga las mismas motivaciones o expectativas de hace 4 o 5 décadas. Lo que sucede es que la canción y la música, que empezaron siendo una imperiosa necesidad de expresión, acabaron por convertirse en algo parecido a un oficio. Puede parecer raro, pero la insistencia durante tantos años en lo mismo me ha transformado en una suerte de profesional de la comunicación.
¿Qué es lo que más ha cambiado en usted cuando se enfrenta hoy a la coyuntura de editar un nuevo trabajo?
Lo que más ha cambiado es que antes estaba loco por publicar, y ahora le doy largas al momento de la edición, porque nada me parece realmente terminado.
La presentación de Amoríos subraya que se trata de canciones de amor que usted compuso entre los años 60 y 80. ¿Cómo fue el trabajo de rescate de estas composiciones y por qué decidió grabarlas y darles una nueva vida en el presente?
En realidad no fue un trabajo de rescate. Yo tenía todas esas canciones en la memoria. Sabía que les debía su presentación pública. La tetralogía estuve a punto de realizarla varias veces, en ocasiones con distintos formatos, pero siempre sonando como fue concebida. Otros temas los recompuse o retoqué en el proceso de grabación. Suelo hacer eso hasta el último momento.
Según las reseñas, las creaciones más antiguas de Amoríos datan de 1967, un año de muchísima eclosión cultural en todo el planeta. ¿Tiene algún recuerdo en específico de ese año, que los registros han inmortalizado como el año del verano del amor, Sargent Pepper, la psicodelia, el inicio de los grandes festivales de música, la liberación femenina, el Encuentro de la canción protesta en Cuba y, en su caso, su primera aparición en TV?
En 1967 yo terminé mi servicio militar. Después de tres años de encierros empecé a “descubrir el mundo”. Al día siguiente de desmovilizarme empecé a mostrar mis canciones en la televisión. Aquello fue un cambio muy grande para mi. La canción más antigua de Amoríos es un bolero que les gustaba a Julio Cortázar y a Félix Grande: “Qué distracción”. La incluí pensando en ellos.
¿Por qué sintió que hoy era necesario editar un disco con canciones de cierto corte romántico y que hablan de las relaciones de pareja? ¿Hay alguna motivación puntual?
Tenía deuda con esas canciones. Todavía le debo atención a algunas otras.
¿Cómo es trabajar hoy canciones de un pasado que, a simple vista, parece tan remoto, escritas cuando usted tenía 20 o 30 años? ¿se disfrutan de otra manera hoy, se pueden corregir errores, agregar matices antes no advertidos?
Hay canciones que pierden su vigencia y hay canciones que no, que a pesar del tiempo conservan valores. Y respecto a alterar lo que uno hizo: a diario escuchamos letras adulteradas y acordes sustituidos por “nuevas interpretaciones”. Es increíble, pero nadie protesta por esos latrocinios. Por eso no me explico cómo puede causar extrañeza que un autor enmiende su propia plana. Es kafkiano.
Amoríos, ¿qué lugar ocupa hoy en su trayectoria y discografía? ¿Qué relevancia le ve a un álbum con este carácter, de alguna manera basado en el rescate de temas pasados?
Todos mis trabajos discográficos, sin excepción, tienen canciones de mi primera etapa. Y es que yo empecé a componer 10 años antes de grabar mi primer disco. Amoríos es mi título número 19. Lo aclaro porque se dice que tengo más de 20 discos y no es cierto. Es verdad que varios de mis discos son dobles, y que incluso hay dos triples: Tríptico y Silvio en Chile. A Amoríos le doy la relevancia de un trabajo hecho tras medio siglo de trayectoria. Ni más ni menos.
Gran parte del último tramo de su discografía tiene sus bases artísticas en la música orquestada o en el jazz, lo que, en todo caso, siempre ha estado presente de alguna manera en su creación. De hecho, Amoríos lo grabó con un cuarteto de jazz. ¿Considera que este estilo tiene un rol más protagónico y omnipresente en sus últimos trabajos?
Mi trabajo anterior, Segunda cita, también lo grabé básicamente con un cuarteto. Sin embargo Amoríos suena diferente: es otro repertorio y son otros músicos, excepto Oliver Valdés. La razón de usar ese formato es que me gusta la música acústica, es un sonido que nunca va a pasar de moda. O eso supongo.
¿Qué lugar cree que ocupa la trova en la escena musical actual, ya sea de Latinoamérica o del mundo?
Muchas canciones surgen de la trova, es decir, de autores que componen con guitarra. Después los temas crecen, porque no sólo los intérpretes, también los autores tenemos más instrumentos sonando en la cabeza. Pero la guitarra es la madre de la mayoría de las canciones que escuchamos.
En el último tiempo, ¿piensa o imagina a momentos la idea del retiro artístico o del retiro de los escenarios o, muy por el contrario, lo ve como una determinación aún lejana y que no contempla en lo inmediato?
La verdad es que desde hace años estoy bastante retirado de los escenarios. Suelo hacer sólo una gira al año, y no muy larga. El resto del tiempo lo paso haciendo un concierto cada mes en un barrio diferente. El próximo septiembre cumpliremos 6 años de esas actividades. Será el concierto número 76 de la gira por los barrios. Si llega el día en que tampoco haga esto, supongo que me entretendré silbando melodías.
En marzo pasado, Barack Obama realizó una histórica visita a Cuba. ¿Siguió de cerca esta noticia y le pareció importante su presencia en La Habana?
¿Qué si me pareció importante que un presidente de los Estados Unidos haya venido a La Habana?... Hacía casi un siglo que eso no pasaba, y mucho menos que un presidente norteamericano admitiera que la política de Estados Unidos contra Cuba era un fracaso.
¿Qué cree que aportó o va aportar en lo concreto la presencia de Obama en su país, el hecho de que lo haya visitado por un par de días? ¿Seguirá fortaleciendo las relaciones con EE.UU.?
Es de esperar que las relaciones EEUU-Cuba se fortalezcan, aunque todo el mundo coincide en que para llegar a una verdadera normalización es imprescindible que se acabe el bloqueo (o embargo) contra Cuba. Ojalá eso suceda más temprano que tarde.
En ese mismo mes de marzo, The Rolling Stones también pasó por La Habana con un show gratuito y se transformó en la primera megabanda del rock anglo en realizar un concierto en su país. ¿Qué le pareció esta iniciativa y cree que un evento así puede marcar una apertura de Cuba hacia la cultura anglo, una suerte de nueva etapa?
Hay una fuerte relación entre la cultura cubana y la norteamericana. Es un intercambio, una influencia recíproca que se viene dando desde principios del siglo XX. Después del triunfo de la revolución ha habido varios conciertos de intercambio, empezando por el celebérrimo Havana Jam de 1979, que reunió a figuras como Earth, wind & fire, Billy Joel, Jaco Pastorius, Kris Kristofferson, Fania All Stars, John McLaughlin, y en el que por Cuba participaron Irakere, Elena Burke, Pablo Milanés, Sara González, la Orquesta Aragón y otros. Fue un intercambio inolvidable que duró 3 días, en el teatro Carl Marx. El concierto reciente de los Rolling Stones fue también muy gustado; fue muy bien promocionado y además al aire libre. Creo que nuestras culturas nunca han tenido problemas de relación. Históricamente no se puede decir lo mismo de la política, aunque es obvio que ha habido mejoras.
¿Fue al show o, en caso que no haya ido, pensó en ir?
Fui con mi familia al show de los Stones y nos gustó mucho haber ido.
¿Le gustan o le gustaban los Rolling Stones? ¿los escuchaba en su juventud?
Los escuché en mi juventud. No tanto como a The Beatles, pero los escuché y siempre les he tenido aprecio. Creo que son buenos músicos.
Hagamos un poco de proyección ficticia: si tuviera que escoger un solo nombre de la música anglo para poder ver en Cuba, para que realizara un recital en su país, ¿a quién le gustaría ver en La Habana?
Inmediatamente pienso en Stevie Wonder. Y, si fueran dos, agregaría a Dylan. Acaso sería mejor que fueran ambos, y también muchos otros.
¿Cree que Cuba se ha puesto de moda, que hoy se ha convertido en un epicentro apetecido por músicos, cineastas, organizadores de desfiles de moda, etc.? ¿Qué le parece eso y como la población podría aprovecharlo?
Antes que nada, aún no se ha levantado totalmente la prohibición de visitar a Cuba que pesa sobre el pueblo norteamericano. Sin embargo, sobre todo desde los Estados Unidos, hay un incremento constante de visitas por el acápite de los intercambios culturales y científicos, además de ciertos acuerdos con navieras turísticas y líneas aéreas que han multiplicado sus arribos. Cuba ha estado prohibida durante décadas; incluso borraron la isla de los mapas turísticos. Puede que Cuba esté de moda entre quienes no han podido visitarla y también entre algunos que no se atrevieron a visitarla antes: me refiero a cierto tipo de personas que atraen a la prensa o que tiene que ver con los negocios. Todo eso es posible y no creo que haya que asustarse, excepto que tenemos que trabajar por un país apto cada vez para más visitantes. Eso es bueno para Cuba y no sólo económicamente, porque ayuda a desbaratar cierta mitología negativa que se tejió durante décadas.
También se lo pregunto por un texto de Iroel Sánchez publicado en su blog Segunda cita hace algunos días, en el que, entre otros puntos, afirma: “El cambio en la política estadounidense hacia Cuba ha convertido lo que era herejía en moda y la visita a la Isla ha pasado de estar prohibida a ser un buen negocio para la gran industria cultural”.
El texto de Iroel está fundamentado en evidencias. Aunque creo que no se trata solamente de mostrar a Cuba como negocio para la industria cultural. También hay un sector que lleva años tratando de convencer a los políticos de Washington del acercamiento. Me refiero a grupos considerablemente poderosos que esperan beneficiarse económicamente. Que haya conciertos de famosos y visitas de firmas exclusivas es una forma gentil de mostrar que Cuba no es tan rara como la han pintado. Acaso sea un punto de coincidencia de los antagonistas, por supuesto que por razones diferentes: a ciertos hombres de negocios les interesa Cuba como posibilidad económica, y a Cuba le interesa romper las ataduras del bloqueo.
Con la muerte de Chávez y la salida de Cristina Fernández de la presidencia de Argentina, ¿cree que la izquierda está retrocediendo y perdiendo influencia en las esferas de poder de Latinoamérica?
Tras mis casi 70 años de vida tengo la impresión de que los avances y retrocesos, tanto de la izquierda como de la derecha, son transitorios. Me parecen una respiración, o como ese instante en que se eleva un pie del suelo hasta que volvemos a posarlo. Hay quienes lo ven como un péndulo.
En los últimos meses, Estados Unidos ha asistido al crecimiento y al fortalecimiento de Donald Trump como candidato del Partido Republicano para las elecciones presidenciales de 2016. De hecho, sus ideas han avanzado de manera amplia y han recibido gran tribuna en medios de todo el mundo. ¿Qué le parece que un país que precisamente se está abriendo a Cuba en el último año baraje como opción de gobierno a un político que ha insultado públicamente a los inmigrantes y que se opone férreamente a su llegada?
Me pregunto si Trump presidente eliminaría la “ley de ajuste cubano”.
Y, de paso, ¿qué le parece Donald Trump?
Un show en el país de los shows.
¿Qué futuro proyecta o imagina para Cuba el día en que no esté ni Fidel ni Raúl? ¿Qué es lo que más anhelaría que sucediera?
Espero que continúe todo lo bueno que consiguió para el pueblo la Revolución, y que en algunos aspectos se profundice todavía más.
Esta semana, un militar chileno llamado Pedro Barrientos fue condenado en Estados Unidos por el asesinato de Víctor Jara. ¿Qué le parece que se haga justicia en este caso casi 40 años después de su crimen y, por lo demás, en el país que orquestó el golpe de estado contra Salvador Allende?
Lo justo sería que ese asesino cumpliera la condena que sin dudas merece. Creo que todos, pero especialmente los chilenos, debiéramos pronunciarnos fuertemente al respecto.
¿Qué planes inmediatos tiene para el resto del año?
Seguir haciendo conciertos en los barrios y seguir grabando.
¿Hay alguna opción de que pueda mostrar este disco pronto en Chile?
Algunas canciones de Amoríos las hicimos en el 2015, en el Santiago Arena.
En abril pasado, el presidente Patricio Aylwin falleció en Santiago. Como sabrá, fue el mandatario que lideró la transición a la democracia tras la dictadura de Pinochet y precisamente la persona que gobernaba Chile cuando usted ofreció ese legendario concierto de 1990 en el Estadio Nacional. ¿Tuvo alguna clase de vínculo con él o la posibilidad de poder conversar en esos años?
Hubo un momento en que pareció que Aylwin me iba a recibir, cuando fuimos en 1990, pero después lo hizo el Ministro de la Presidencia. Recuerdo que a aquel gobierno no le gustó mucho que yo visitara una cárcel de Santiago, donde había algunos revolucionarios presos; pero la verdad es que no nos lo negaron y que fui bien recibido por las autoridades de aquel centro, donde incluso canté unas canciones.
Finalmente: yo lo he entrevistado varias veces a lo largo de los años y siempre debe ser por correo electrónico. ¿Por qué prefiere dar las entrevistas en esta modalidad?
Porque escribiendo se puede corregir y hablando no.
Versión publicada en La Tercera, el 17 de julio de 2016:Silvio Rodríguez, cantautor cubano: "Que hayan visitas de famosos es una forma gentil de mostrar que Cuba no es tan rara"
Su nuevo disco, Amoríos, acaba de ser editado por el sello multinacional Sony. ¿Qué opinión tiene de estas grandes compañías discográficas, y de cómo ven y administran la música en la actualidad?
Si se fija mejor, verá que quien edita Amoríos es Ojalá, o sea, nuestra propia editora. Hemos firmado con Sony un contrato para la distribución física de Amoríos. Se trata de un plan piloto que pudiera ampliarse en el futuro, si fuera conveniente. No tenemos mucha práctica en convenios con grandes compañías, pero creo que este acuerdo con Sony ha sido respetuoso y correcto.
En el pasado reciente, sus álbumes fueron distribuidos por otra empresa multinacional, Warner Music. ¿Cree que los sellos de esta envergadura han cumplido un rol fundamental en la expansión de música? ¿O sólo le asigna un valor más marginal, pensando en que su cancionero se ha difundido mucho más en el boca a boca o a través de otros canales menos tradicionales?
No recuerdo que hayamos firmado con Warner Music, excepto muy puntualmente para una compilación que me hizo David Byrne a principios de los 90. Él necesitaba esa alianza para universalizar la antología, dadas las limitaciones de su disquera Luaka Bop. Por otra parte, es obvio que los grandes sellos han jugado un papel preponderante en la difusión de la música, por su poderío. No ha sido mi caso, ya que la difusión de mi música, como Ud. bien señala, ha ido por canales nada convencionales. Ojalá, en sus 20 años de vida, nunca ha hecho grandes producciones: somos casi artesanales y muy limitados en cantidades y territorios.
¿Sigue creyendo en las vías más formales de la difusión artística? Vale decir, en editar un álbum en formato físico y digital, dar entrevistas, salir de gira, etc. Se lo pregunto porque los métodos han cambiado muchísimo desde los días en que usted empezó a editar discos. Por ejemplo, hoy existen artistas que lanzan sus álbumes de manera gratuita, otros que dejaron de editar discos completos (sólo confían en la inmediatez de los singles) y otros que estrena títulos sin previo aviso, sin campañas promocionales, colgando su trabajo en la web de un día para otro, casi de sorpresa, como ha sucedido con David Bowie, U2 o Radiohead.
He ido creyendo en lo que la vida me ha demostrado, aunque nunca me he sometido a ciertas supuestas leyes. Por el aislamiento al que Cuba se ha visto sometida, a veces hemos tenido que andar lento. Por ejemplo: Ojalá pudo sumarse a la distribución digital años después de estarse vendiendo nuestros discos por esa vía. Todavía no sabemos quiénes los vendían, aunque tenemos idea, por ciertos brotes posteriores a nuestra llegada al mundo digital. En cualquier caso nunca hemos vendido muchos discos. En “épocas de oro”, en el país tope de ventas nos reportaban algunas decenas de miles anuales. Sin embargo he notado que la música que hacemos ha seguido despertando interés, como si hubiera una suerte de “relevo de generaciones”. Eso quiere decir que, al menos en algunos casos, el márquetin no lo es todo.
A propósito de David Bowie, su muerte en enero pasado fue una de las partidas artísticas más impactantes de los últimos años. ¿Tuvo alguna relación con su música y con su figura, le sorprendió también esta noticia?
Sé que Bowie fue un músico importante, pero lamentablemente no conozco mucho su obra. Espero ir reparando esa deficiencia.
Tras una trayectoria tan consolidada y después de décadas en el trabajo artístico y musical, ¿qué lo motiva a seguir presentando nuevas canciones, nuevos discos? ¿Existe la misma motivación que tenía hace 30 o 40 años, el mismo grado de ansiedad o expectativa?
No me parece que tenga las mismas motivaciones o expectativas de hace 4 o 5 décadas. Lo que sucede es que la canción y la música, que empezaron siendo una imperiosa necesidad de expresión, acabaron por convertirse en algo parecido a un oficio. Puede parecer raro, pero la insistencia durante tantos años en lo mismo me ha transformado en una suerte de profesional de la comunicación.
¿Qué es lo que más ha cambiado en usted cuando se enfrenta hoy a la coyuntura de editar un nuevo trabajo?
Lo que más ha cambiado es que antes estaba loco por publicar, y ahora le doy largas al momento de la edición, porque nada me parece realmente terminado.
La presentación de Amoríos subraya que se trata de canciones de amor que usted compuso entre los años 60 y 80. ¿Cómo fue el trabajo de rescate de estas composiciones y por qué decidió grabarlas y darles una nueva vida en el presente?
En realidad no fue un trabajo de rescate. Yo tenía todas esas canciones en la memoria. Sabía que les debía su presentación pública. La tetralogía estuve a punto de realizarla varias veces, en ocasiones con distintos formatos, pero siempre sonando como fue concebida. Otros temas los recompuse o retoqué en el proceso de grabación. Suelo hacer eso hasta el último momento.
Según las reseñas, las creaciones más antiguas de Amoríos datan de 1967, un año de muchísima eclosión cultural en todo el planeta. ¿Tiene algún recuerdo en específico de ese año, que los registros han inmortalizado como el año del verano del amor, Sargent Pepper, la psicodelia, el inicio de los grandes festivales de música, la liberación femenina, el Encuentro de la canción protesta en Cuba y, en su caso, su primera aparición en TV?
En 1967 yo terminé mi servicio militar. Después de tres años de encierros empecé a “descubrir el mundo”. Al día siguiente de desmovilizarme empecé a mostrar mis canciones en la televisión. Aquello fue un cambio muy grande para mi. La canción más antigua de Amoríos es un bolero que les gustaba a Julio Cortázar y a Félix Grande: “Qué distracción”. La incluí pensando en ellos.
¿Por qué sintió que hoy era necesario editar un disco con canciones de cierto corte romántico y que hablan de las relaciones de pareja? ¿Hay alguna motivación puntual?
Tenía deuda con esas canciones. Todavía le debo atención a algunas otras.
¿Cómo es trabajar hoy canciones de un pasado que, a simple vista, parece tan remoto, escritas cuando usted tenía 20 o 30 años? ¿se disfrutan de otra manera hoy, se pueden corregir errores, agregar matices antes no advertidos?
Hay canciones que pierden su vigencia y hay canciones que no, que a pesar del tiempo conservan valores. Y respecto a alterar lo que uno hizo: a diario escuchamos letras adulteradas y acordes sustituidos por “nuevas interpretaciones”. Es increíble, pero nadie protesta por esos latrocinios. Por eso no me explico cómo puede causar extrañeza que un autor enmiende su propia plana. Es kafkiano.
Amoríos, ¿qué lugar ocupa hoy en su trayectoria y discografía? ¿Qué relevancia le ve a un álbum con este carácter, de alguna manera basado en el rescate de temas pasados?
Todos mis trabajos discográficos, sin excepción, tienen canciones de mi primera etapa. Y es que yo empecé a componer 10 años antes de grabar mi primer disco. Amoríos es mi título número 19. Lo aclaro porque se dice que tengo más de 20 discos y no es cierto. Es verdad que varios de mis discos son dobles, y que incluso hay dos triples: Tríptico y Silvio en Chile. A Amoríos le doy la relevancia de un trabajo hecho tras medio siglo de trayectoria. Ni más ni menos.
Gran parte del último tramo de su discografía tiene sus bases artísticas en la música orquestada o en el jazz, lo que, en todo caso, siempre ha estado presente de alguna manera en su creación. De hecho, Amoríos lo grabó con un cuarteto de jazz. ¿Considera que este estilo tiene un rol más protagónico y omnipresente en sus últimos trabajos?
Mi trabajo anterior, Segunda cita, también lo grabé básicamente con un cuarteto. Sin embargo Amoríos suena diferente: es otro repertorio y son otros músicos, excepto Oliver Valdés. La razón de usar ese formato es que me gusta la música acústica, es un sonido que nunca va a pasar de moda. O eso supongo.
¿Qué lugar cree que ocupa la trova en la escena musical actual, ya sea de Latinoamérica o del mundo?
Muchas canciones surgen de la trova, es decir, de autores que componen con guitarra. Después los temas crecen, porque no sólo los intérpretes, también los autores tenemos más instrumentos sonando en la cabeza. Pero la guitarra es la madre de la mayoría de las canciones que escuchamos.
En el último tiempo, ¿piensa o imagina a momentos la idea del retiro artístico o del retiro de los escenarios o, muy por el contrario, lo ve como una determinación aún lejana y que no contempla en lo inmediato?
La verdad es que desde hace años estoy bastante retirado de los escenarios. Suelo hacer sólo una gira al año, y no muy larga. El resto del tiempo lo paso haciendo un concierto cada mes en un barrio diferente. El próximo septiembre cumpliremos 6 años de esas actividades. Será el concierto número 76 de la gira por los barrios. Si llega el día en que tampoco haga esto, supongo que me entretendré silbando melodías.
En marzo pasado, Barack Obama realizó una histórica visita a Cuba. ¿Siguió de cerca esta noticia y le pareció importante su presencia en La Habana?
¿Qué si me pareció importante que un presidente de los Estados Unidos haya venido a La Habana?... Hacía casi un siglo que eso no pasaba, y mucho menos que un presidente norteamericano admitiera que la política de Estados Unidos contra Cuba era un fracaso.
¿Qué cree que aportó o va aportar en lo concreto la presencia de Obama en su país, el hecho de que lo haya visitado por un par de días? ¿Seguirá fortaleciendo las relaciones con EE.UU.?
Es de esperar que las relaciones EEUU-Cuba se fortalezcan, aunque todo el mundo coincide en que para llegar a una verdadera normalización es imprescindible que se acabe el bloqueo (o embargo) contra Cuba. Ojalá eso suceda más temprano que tarde.
En ese mismo mes de marzo, The Rolling Stones también pasó por La Habana con un show gratuito y se transformó en la primera megabanda del rock anglo en realizar un concierto en su país. ¿Qué le pareció esta iniciativa y cree que un evento así puede marcar una apertura de Cuba hacia la cultura anglo, una suerte de nueva etapa?
Hay una fuerte relación entre la cultura cubana y la norteamericana. Es un intercambio, una influencia recíproca que se viene dando desde principios del siglo XX. Después del triunfo de la revolución ha habido varios conciertos de intercambio, empezando por el celebérrimo Havana Jam de 1979, que reunió a figuras como Earth, wind & fire, Billy Joel, Jaco Pastorius, Kris Kristofferson, Fania All Stars, John McLaughlin, y en el que por Cuba participaron Irakere, Elena Burke, Pablo Milanés, Sara González, la Orquesta Aragón y otros. Fue un intercambio inolvidable que duró 3 días, en el teatro Carl Marx. El concierto reciente de los Rolling Stones fue también muy gustado; fue muy bien promocionado y además al aire libre. Creo que nuestras culturas nunca han tenido problemas de relación. Históricamente no se puede decir lo mismo de la política, aunque es obvio que ha habido mejoras.
¿Fue al show o, en caso que no haya ido, pensó en ir?
Fui con mi familia al show de los Stones y nos gustó mucho haber ido.
¿Le gustan o le gustaban los Rolling Stones? ¿los escuchaba en su juventud?
Los escuché en mi juventud. No tanto como a The Beatles, pero los escuché y siempre les he tenido aprecio. Creo que son buenos músicos.
Hagamos un poco de proyección ficticia: si tuviera que escoger un solo nombre de la música anglo para poder ver en Cuba, para que realizara un recital en su país, ¿a quién le gustaría ver en La Habana?
Inmediatamente pienso en Stevie Wonder. Y, si fueran dos, agregaría a Dylan. Acaso sería mejor que fueran ambos, y también muchos otros.
¿Cree que Cuba se ha puesto de moda, que hoy se ha convertido en un epicentro apetecido por músicos, cineastas, organizadores de desfiles de moda, etc.? ¿Qué le parece eso y como la población podría aprovecharlo?
Antes que nada, aún no se ha levantado totalmente la prohibición de visitar a Cuba que pesa sobre el pueblo norteamericano. Sin embargo, sobre todo desde los Estados Unidos, hay un incremento constante de visitas por el acápite de los intercambios culturales y científicos, además de ciertos acuerdos con navieras turísticas y líneas aéreas que han multiplicado sus arribos. Cuba ha estado prohibida durante décadas; incluso borraron la isla de los mapas turísticos. Puede que Cuba esté de moda entre quienes no han podido visitarla y también entre algunos que no se atrevieron a visitarla antes: me refiero a cierto tipo de personas que atraen a la prensa o que tiene que ver con los negocios. Todo eso es posible y no creo que haya que asustarse, excepto que tenemos que trabajar por un país apto cada vez para más visitantes. Eso es bueno para Cuba y no sólo económicamente, porque ayuda a desbaratar cierta mitología negativa que se tejió durante décadas.
También se lo pregunto por un texto de Iroel Sánchez publicado en su blog Segunda cita hace algunos días, en el que, entre otros puntos, afirma: “El cambio en la política estadounidense hacia Cuba ha convertido lo que era herejía en moda y la visita a la Isla ha pasado de estar prohibida a ser un buen negocio para la gran industria cultural”.
El texto de Iroel está fundamentado en evidencias. Aunque creo que no se trata solamente de mostrar a Cuba como negocio para la industria cultural. También hay un sector que lleva años tratando de convencer a los políticos de Washington del acercamiento. Me refiero a grupos considerablemente poderosos que esperan beneficiarse económicamente. Que haya conciertos de famosos y visitas de firmas exclusivas es una forma gentil de mostrar que Cuba no es tan rara como la han pintado. Acaso sea un punto de coincidencia de los antagonistas, por supuesto que por razones diferentes: a ciertos hombres de negocios les interesa Cuba como posibilidad económica, y a Cuba le interesa romper las ataduras del bloqueo.
Con la muerte de Chávez y la salida de Cristina Fernández de la presidencia de Argentina, ¿cree que la izquierda está retrocediendo y perdiendo influencia en las esferas de poder de Latinoamérica?
Tras mis casi 70 años de vida tengo la impresión de que los avances y retrocesos, tanto de la izquierda como de la derecha, son transitorios. Me parecen una respiración, o como ese instante en que se eleva un pie del suelo hasta que volvemos a posarlo. Hay quienes lo ven como un péndulo.
En los últimos meses, Estados Unidos ha asistido al crecimiento y al fortalecimiento de Donald Trump como candidato del Partido Republicano para las elecciones presidenciales de 2016. De hecho, sus ideas han avanzado de manera amplia y han recibido gran tribuna en medios de todo el mundo. ¿Qué le parece que un país que precisamente se está abriendo a Cuba en el último año baraje como opción de gobierno a un político que ha insultado públicamente a los inmigrantes y que se opone férreamente a su llegada?
Me pregunto si Trump presidente eliminaría la “ley de ajuste cubano”.
Y, de paso, ¿qué le parece Donald Trump?
Un show en el país de los shows.
¿Qué futuro proyecta o imagina para Cuba el día en que no esté ni Fidel ni Raúl? ¿Qué es lo que más anhelaría que sucediera?
Espero que continúe todo lo bueno que consiguió para el pueblo la Revolución, y que en algunos aspectos se profundice todavía más.
Esta semana, un militar chileno llamado Pedro Barrientos fue condenado en Estados Unidos por el asesinato de Víctor Jara. ¿Qué le parece que se haga justicia en este caso casi 40 años después de su crimen y, por lo demás, en el país que orquestó el golpe de estado contra Salvador Allende?
Lo justo sería que ese asesino cumpliera la condena que sin dudas merece. Creo que todos, pero especialmente los chilenos, debiéramos pronunciarnos fuertemente al respecto.
¿Qué planes inmediatos tiene para el resto del año?
Seguir haciendo conciertos en los barrios y seguir grabando.
¿Hay alguna opción de que pueda mostrar este disco pronto en Chile?
Algunas canciones de Amoríos las hicimos en el 2015, en el Santiago Arena.
En abril pasado, el presidente Patricio Aylwin falleció en Santiago. Como sabrá, fue el mandatario que lideró la transición a la democracia tras la dictadura de Pinochet y precisamente la persona que gobernaba Chile cuando usted ofreció ese legendario concierto de 1990 en el Estadio Nacional. ¿Tuvo alguna clase de vínculo con él o la posibilidad de poder conversar en esos años?
Hubo un momento en que pareció que Aylwin me iba a recibir, cuando fuimos en 1990, pero después lo hizo el Ministro de la Presidencia. Recuerdo que a aquel gobierno no le gustó mucho que yo visitara una cárcel de Santiago, donde había algunos revolucionarios presos; pero la verdad es que no nos lo negaron y que fui bien recibido por las autoridades de aquel centro, donde incluso canté unas canciones.
Finalmente: yo lo he entrevistado varias veces a lo largo de los años y siempre debe ser por correo electrónico. ¿Por qué prefiere dar las entrevistas en esta modalidad?
Porque escribiendo se puede corregir y hablando no.
Versión publicada en La Tercera, el 17 de julio de 2016:Silvio Rodríguez, cantautor cubano: "Que hayan visitas de famosos es una forma gentil de mostrar que Cuba no es tan rara"